viernes, 15 de octubre de 2010

En tierras de la Diosa



No estaba planeado llegar sola a Creta, sin embargo, así fue. Cosas del Karma, seguro. Llegué al aeropuerto Kasantakis. Él mismo te mira desde arriba mientras tomas tu equipaje, sus ojos son hermosos y sus palabras pueblan tu mente. Caí prendada de Creta. Kazantakis era Cretense... por supuesto. Desde entonces yo también lo fui, había decidido.
No quiero, la verdad, recordar hace cuanto fue, solo recuerdo en cada puerto dejar botas junto a los basureros, para aligerar camino. Había conocido el mar Egeo y los templos a Poseidón, besé las piedras de Delfos, me senté en la silla de Demeter a sentir el sufrimiento del mundo. Ya estaba iluminada cuando llegué.
Fue ahí donde la ví por primera vez en un museo, después de miles de pequeñas figurillas de barro, de repente me miró, fijó sus ojos en mí  con su gato en la cabeza, el gato también me miró, las serpientes se movieron, juro que se oyó un siseo y yo me conecté a las entrañas de la tierra y me empoderé. Fuí su sacerdotisa desde entonces.
El resto de aquel viaje no estuve sola. Brisas me acariciaban mientras yo me perdía en los laberintos de Minos. Hermes aparecía en los cruces de caminos barbado y Griego, Dionisio estaba en los bares degustando vino púrpura, Afrodita bailaba “Zorba el  Griego”,  por supuesto.
La esculpí, la honré, otorgué semillas, inciensos y la mejor carne de cerdo,  agua de luna, hierba de albahaca e incienso de rosa. Pongo a mi hija bajo su cuidado cada día al amanecer. He de volver, lo sé, hay algo tan poderoso que me llama de esas tierras y tengo esta sensación que me acompaña a todos lados… un siseo…un maullido…ella siempre ahí…me llama…La Diosa.







Amado Jacobo



Amado Jacobo: 
Qué ironía toda esta historia. Siempre había mujeres a tu alrededor. Amadas, conflictivas, calientes, suicidas, bebedoras, pachecas, hinduistas, yoguis, intelectuales. Imprescindibles. Llegamos a tu entierro como Brujas Macbethianas. Se suponía que no debíamos estar, y sin embargo, estábamos. Teatreras al fin. Trajimos además a todos los de la Bohemia pululando en la periferia del Monte Sinaí, el panteón donde ahora moras y donde no te podemos llevar zempasúchiles a finales de Octubre.
Tus hermanos Judíos tomaron tu cuerpo. Abrieron tu caja, y guardaron rezos ahí. No pudimos besar tu hermosa cabeza, tirar un puño de tierra, regar con sal, beber sobre tu tumba. No pudimos jugar a Hamlet. Armar una gran escena, a tu salud ¡Lo merecías! Tirarnos sobre tu tumba, por ejemplo, tener ataques de llanto compulsivo, desmayarnos o algo así.
Si andas por ahí, como sospecho, sabrás que el Mal existe. Que una mano obscura tomo tu grande y luminosa Existencia. Que te perdió la Belleza, como siempre, mi hermano. Has sido famoso al fin ¡no sabes cuánto! La radio, la prensa, el internet, como nunca en la vida ¡Actor! ¡Productor! ¡Director! Sabemos algunos, sin embargo, lo que dolía no hacer Teatro, dolía tanto como tus jóvenes amores.
Tus profundidades emocionales insondables fueron un lago infinito, inconmensurable. Tus ojos eternos, tus manos inmensas y cálidas. Entrañable en los escenarios. Lo llenabas todo, como nadie.
Seguro que tú ya no vuelves. Semejante muerte debe haberte lanzado al infinito como un cometa hacia la luz. No hay más Karma, no temas. Ya eres libre. La Maldad pura que te robo la vida se diluye ante tu grandeza en tu viaje de luz.
Espéranos; prepara una estancia bella, de buen gusto, un buen café, finas bebidas, delicias, música entrañable, como en tu casa… ya iremos llegando. 
Es inconmensurable lo que te voy a extrañar. Ve hacia la luz querido. Dolerá como nunca, pero tendremos que estar bien tarde o temprano. Ya nos conoces, no te detengas por este imparable llanto. Nos veremos. Yo lo sé, nos veremos…otra vez.